Reina Valera Gomez
Juan
Chapter 10
                                                            De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, el tal es ladrón y salteador.
                                                    
                        
                    
                                                            Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es.
                                                    
                        
                    
                                                            A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca.
                                                    
                        
                    
                                                            Y cuando ha sacado sus propias ovejas, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz.
                                                    
                        
                    
                                                            Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él; porque no conocen la voz de los extraños.
                                                    
                        
                    
                                                            Esta parábola les dijo Jesús; mas ellos no entendieron qué era lo que les decía.
                                                    
                        
                    
                                                            Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas.
                                                    
                        
                    
                                                            Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; mas no los oyeron las ovejas.
                                                    
                        
                    
                                                            Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.
                                                    
                        
                    
                                                            El ladrón no viene sino para hurtar, y matar, y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.
                                                    
                        
                    
                                                            Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.
                                                    
                        
                    
                                                            Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa.
                                                    
                        
                    
                                                            Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no tiene cuidado de las ovejas.
                                                    
                        
                    
                                                            Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen.
                                                    
                        
                    
                                                            Como el Padre me conoce, así también yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.
                                                    
                        
                    
                                                            También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.
                                                    
                        
                    
                                                            Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar.
                                                    
                        
                    
                                                            Nadie me la quita, sino que yo la pongo de mí mismo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.
                                                    
                        
                    
                                                            Y volvió a haber disensión entre los judíos por estas palabras.
                                                    
                        
                    
                                                            Y muchos de ellos decían: Demonio tiene, y está fuera de sí; ¿por qué le oís?
                                                    
                        
                    
                                                            Otros decían: Estas palabras no son de endemoniado: ¿Puede acaso el demonio abrir los ojos de los ciegos?
                                                    
                        
                    
                                                            Y celebrábase la fiesta de la dedicación en Jerusalén; y era invierno;
                                                    
                        
                    
                                                            y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón.
                                                    
                        
                    
                                                            Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos has de turbar el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente.
                                                    
                        
                    
                                                            Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí;
                                                    
                        
                    
                                                            mas vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho.
                                                    
                        
                    
                                                            Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen;
                                                    
                        
                    
                                                            y yo les doy vida eterna, y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.
                                                    
                        
                    
                                                            Mi Padre que me las dio, mayor que todos es, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.
                                                    
                        
                    
                                                            Yo y [mi] Padre uno somos.
                                                    
                        
                    
                                                            Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle.
                                                    
                        
                    
                                                            Les respondió Jesús: Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre, ¿por cuál de esas obras me apedreáis?
                                                    
                        
                    
                                                            Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; y porque tú, siendo hombre, te haces Dios.
                                                    
                        
                    
                                                            Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois?
                                                    
                        
                    
                                                            Si llamó dioses a aquellos a los cuales vino palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada),
                                                    
                        
                    
                                                            ¿a quien el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Yo soy el Hijo de Dios?
                                                    
                        
                    
                                                            Si no hago las obras de mi Padre no me creáis.
                                                    
                        
                    
                                                            Mas si las hago, aunque a mí no me creáis, creed a las obras; para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en Él.
                                                    
                        
                    
                                                            Y procuraban otra vez prenderle; mas Él se escapó de sus manos.
                                                    
                        
                    
                                                            Y se fue otra vez al otro lado del Jordán, al lugar donde primero Juan bautizaba; y se estuvo allí.
                                                    
                        
                    
                                                            Y muchos venían a Él, y decían: Juan, a la verdad, ningún milagro hizo, pero todo lo que Juan dijo de éste, era verdad.
                                                    
                        
                    
                                                            Y muchos creyeron en Él allí.