Reina Valera Gomez
Lamentaciones
Chapter 5
                                                            Acuérdate, oh Jehová, de lo que nos ha sucedido: Ve y mira nuestro oprobio.
                                                    
                        
                    
                                                            Nuestra heredad se ha pasado a extraños, nuestras casas a forasteros.
                                                    
                        
                    
                                                            Huérfanos somos sin padre, nuestras madres [son] como viudas.
                                                    
                        
                    
                                                            Nuestra agua bebemos por dinero; nuestra leña compramos por precio.
                                                    
                        
                    
                                                            Persecución padecemos sobre nuestra cerviz; nos fatigamos, y no hay para nosotros reposo.
                                                    
                        
                    
                                                            Al egipcio y al asirio extendimos la mano, para saciarnos de pan.
                                                    
                        
                    
                                                            Nuestros padres pecaron, y han muerto; y nosotros llevamos su castigo.
                                                    
                        
                    
                                                            Siervos se enseñorearon de nosotros; no hubo quien de su mano nos librase.
                                                    
                        
                    
                                                            Con peligro de nuestras vidas traíamos nuestro pan a causa de la espada del desierto.
                                                    
                        
                    
                                                            Nuestra piel se ennegreció como un horno a causa del ardor del hambre.
                                                    
                        
                    
                                                            Violaron a las mujeres en Sión, a las vírgenes en las ciudades de Judá.
                                                    
                        
                    
                                                            Príncipes han sido colgados por su mano; no respetaron el rostro de los viejos.
                                                    
                        
                    
                                                            Llevaron los jóvenes a moler, y los muchachos desfallecieron bajo el peso de la leña.
                                                    
                        
                    
                                                            Los ancianos cesaron de la puerta, los jóvenes de sus canciones.
                                                    
                        
                    
                                                            Cesó el gozo de nuestro corazón; nuestra danza se cambió en luto.
                                                    
                        
                    
                                                            Cayó la corona de nuestra cabeza: ¡Ay ahora de nosotros! porque pecamos.
                                                    
                        
                    
                                                            Por esto fue entristecido nuestro corazón, por esto se entenebrecieron nuestros ojos:
                                                    
                        
                    
                                                            Por el monte de Sión que está asolado; zorras andan por él.
                                                    
                        
                    
                                                            Mas tú, Jehová, permanecerás para siempre: Tu trono de generación en generación.
                                                    
                        
                    
                                                            ¿Por qué te olvidarás para siempre de nosotros, y nos dejarás por largos días?
                                                    
                        
                    
                                                            Vuélvenos, oh Jehová, a ti, y nos volveremos: Renueva nuestros días como al principio.
                                                    
                        
                    
                                                            Porque nos has desechado; en gran manera te has airado contra nosotros.