La fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios.

Fíate del Señor de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus veredas.

Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible.

Por fe andamos, no por vista.

Nada hay imposible para Dios.

Conforme a vuestra fe os sea hecho.

Es, pues, la fe la garantía de lo que se espera, la prueba de lo que no se ve.

Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.

Sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan diligentemente.

Como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.

Aunque Él me matare, en Él esperaré.

Todo lo que no proviene de fe, es pecado.

Si fuéremos infieles, Él permanece fiel; Él no puede negarse a Sí mismo.

Todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.

Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido.

No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón.