Reina Valera Gomez
Job
Chapter 10
                                                            Mi alma está hastiada de mi vida: Daré yo rienda suelta a mi queja sobre mí, hablaré en la amargura de mi alma.
                                                    
                        
                    
                                                            Diré a Dios: No me condenes; hazme entender por qué contiendes conmigo.
                                                    
                        
                    
                                                            ¿Te parece bien que oprimas, que deseches la obra de tus manos, y que resplandezcas sobre el consejo de los impíos?
                                                    
                        
                    
                                                            ¿Acaso tienes tú ojos de carne? ¿Ves tú como ve el hombre?
                                                    
                        
                    
                                                            ¿Son tus días como los días del hombre, o tus años como los tiempos humanos,
                                                    
                        
                    
                                                            para que inquieras mi iniquidad, y busques mi pecado?
                                                    
                        
                    
                                                            Tú sabes que no soy impío, y que no hay quien libre de tu mano.
                                                    
                        
                    
                                                            Tus manos me hicieron y me formaron, ¿y luego te vuelves y me deshaces?
                                                    
                        
                    
                                                            Acuérdate ahora que como a barro me diste forma: ¿Y en polvo me has de tornar?
                                                    
                        
                    
                                                            ¿No me vaciaste como leche, y como queso me cuajaste?
                                                    
                        
                    
                                                            Me vestiste de piel y carne, y me rodeaste de huesos y nervios.
                                                    
                        
                    
                                                            Vida y misericordia me concediste, y tu cuidado guardó mi espíritu.
                                                    
                        
                    
                                                            Estas cosas has guardado en tu corazón; yo sé que están cerca de ti.
                                                    
                        
                    
                                                            Si peco, tú me observas, y no me absuelves de mi iniquidad.
                                                    
                        
                    
                                                            Si fuere malo, ¡ay de mí! Y si fuere justo, no levantaré mi cabeza, estoy hastiado de afrenta, por tanto, mira tú mi aflicción.
                                                    
                        
                    
                                                            Si levanto mi cabeza, me cazas como a león, y vuelves a hacer en mí maravillas.
                                                    
                        
                    
                                                            Renuevas contra mí tus pruebas, y aumentas conmigo tu furor como tropas de relevo.
                                                    
                        
                    
                                                            ¿Por qué me sacaste de la matriz? Hubiera yo entregado el espíritu, y ningún ojo me habría visto.
                                                    
                        
                    
                                                            Fuera como si nunca hubiera existido, llevado del vientre a la sepultura.
                                                    
                        
                    
                                                            ¿No son pocos mis días? Cesa pues, y déjame, para que me conforte un poco.
                                                    
                        
                    
                                                            Antes que vaya para no volver, a la tierra de tinieblas y de sombra de muerte;
                                                    
                        
                    
                                                            Tierra de oscuridad, lóbrega como sombra de muerte, sin orden, donde la luz es como la oscuridad misma.